¡Oh amargura mía, que me robas todas mis bendiciones!

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¿Te has preguntado por qué algunas personas no disfrutan del perdón y de los favores de Dios? Pueden existir varias razones, pero en esta ocasión quisiera enfocarme en algo que ha atado, y continúa atando,  muchas vidas dentro de las congregaciones cristianas: “la amargura”.

La amargura tiene el poder de destruirnos ¡Mira bien!

Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.

Hebreos 12:15 (RVR 1960)

El Señor hace una advertencia “cuídense”, “miren bien”; en otras palabras, nos pide que estemos atentos porque todos somos propensos a albergar un sentimiento dañino en contra de alguien en el corazón.

Este sentimiento del que habla es la “amargura”, que puede destruirnos emocional y espiritualmente. También se traduce en dolor, disgusto, frustración, resentimiento por no poder perdonar, olvidando que guardar estos sentimientos tiene terribles consecuencias.

Alejado de la gracia de Dios

En el pasaje que leímos anteriormente dice: “no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios”. Esta parte del versículo no se refiere a que podemos perder la salvación, sino a los beneficios de su gracia aquí en la tierra como su amor, paz, gozo, consuelo y otros.

En otras palabras, un cristiano que alberga amargura en su corazón, no podrá disfrutar de las bendiciones inmerecidas que Dios tiene para nosotros.

Un obstáculo para mi vida

La Biblia también menciona que cuando la amargura echa raíz en el corazón se convierte en un problema “que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe” ¿Qué es un estorbo? El diccionario de la “Real Academia Española” lo define como “poner dificultad u obstáculo a la ejecución de algo” En otras palabras, es una piedra de tropiezo que incomoda y molesta en nuestra carrera cristiana.

Muchos pueden ser afectados por mi culpa

Otra consecuencia es que no sólo afecta a uno mismo, sino también a los que le rodean: “y por ella muchos sean contaminados”.

Alguien que está amargado no es una bendición, al contrario, es una amenaza para los demás porque siempre dará lugar a su resentimiento; tiene un veneno por dentro y lo repartirá a los que lo escuchan.

Una persona amargada no sólo se conforma con no perdonar, sino que contamina a los demás con sus críticas y malos comentarios.

En esta oportunidad te invito a examinar tu corazón, reflexiona si tienes un sentimiento negativo en contra de alguien, si es así, no esperes que este crezca y eche raíces, no permitas que te robe lindas bendiciones, que sea un estorbo en tu camino y, además, que tú seas una piedra de tropiezo para otros.

Hoy pide perdón a Dios y perdona, toma la decisión de ser libre y bendecido.

 

Fuente: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.